El desarrollo de un programa de apoyo para estudiantes en su trayectoria académica desde el enfoque del bienestar psicológico no requiere solo de voluntades y compromisos institucionales, sino también de un fundamento teórico basado en evidencia científica. SIS-BP se sustenta en el Modelo Integrado de Motivación Académica y Bienestar Psicológico desarrollado por el equipo de investigación de la línea “Motivación y compromiso con el aprendizaje”, con el apoyo y retroalimentación de los usuarios que han participado directamente en la asesoría asociada al uso de SIS-BP y en actividades de difusión y capacitación relacionadas; esto ha permitido que el modelo no esté orientado sólo por sus fundamentos teóricos y evidencia empírica científica, sino por la experiencia de terreno de estudiantes, profesoras, profesores, equipos directivos y profesionales asistentes de la educación, contribuyendo a que la utilización del modelo y el sistema que se deriva de él tengan un claro sentido en la práctica cotidiana en los centros educativos.
El modelo integrado de motivación y compromiso académico, que se muestra en la figura, se deriva del propuesto por Leal-Soto y Carmona-Halty (2016). En este modelo, el bienestar psicológico se considera inherente a la noción de calidad educativa; y motivación y compromiso son, a su vez, constituyentes del bienestar psicológico (Leal-Soto & Cuadros, en prensa). El compromiso con la escuela y el aprendizaje es la variable eje, pues constituye un fuerte soporte de la trayectoria académica y antecedente de resultados escolares (académicos) adaptativos (Fredricks et al, 2004; Goagoses et al., 2020; Hattie, 2013; Holbein et al., 2020; Lara et al., 2018; Leonard & Gudino, 2020; Mendoza & King, 2020; Mendoza et al., 2018; Reeve et al., 2020; Shernoff, 2013); y es el resultado de la interacción entre los recursos desplegados por el estudiante y los desafíos y recursos aportados por el contexto escolar, principalmente profesor(es) y compañeros, que son, a su vez, un producto moldeado por las influencias escolares, familiares y comunitarias presentes tanto en el momento actual como en la experiencia previa. Finalmente, esta interacción es favorablemente influenciada por un ambiente emocional positivo, que facilita la apertura de los participantes hacia el despliegue y la ampliación de sus propios recursos (Fredrickson, 2001).